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viernes, 21 de enero de 2011

¿NEGOCIACIÓN vs. HUELGA GENERAL? FALTAN EXPLICACIONES

Cierto desasosiego remueve a las “bases” del sindicalismo confederal. Hemos llegado a un nuevo panorama de negociación pura entre Gobierno y sindicatos, y ahora parece que en serio, la Patronal. Incluso se presiona a los partidos políticos para que participen del proceso.

Este nuevo escenario ha llegado tres meses después de la Huelga General del 29 de septiembre. Quizás haya llegado, en parte como resultado de las distintas movilizaciones protagonizadas por los grandes sindicatos de este país que culminaron en la Huelga General. Puede que también el partido en el Gobierno se haya dado cuenta que las encuestas no cambian a mejor, y quizá esté enmendando algo del camino trazado desde mayo del año pasado, como intento de reencontrarse con su electorado de izquierdas. O puede que todo acabe siendo un espejismo, un nuevo barniz democrático a decisiones ya tomadas.
Puede ser que toda esta negociación acabe en un anteproyecto de ley que los sindicatos confederales no apoyen, y que el rodillo neoliberal del partido del Gobierno se imponga, otra vez, recortando derechos y esta vez debilitando el pilar más importante de nuestro estado social, la Seguridad Social.

Sinceramente, aunque no está el campo para vaticinios, la correlación de fuerzas no está para echar cohetes. Pero sí que puedo afirmar que está faltando pedagogía por parte de los sindicatos. Es necesario una mayor clarificación de los objetivos, de cuál es la nueva situación que permite lanzarse a una negociación tan amplia y ambiciosa. Evidentemente, no estoy pidiendo que los negociadores enseñen todas su cartas, pero que nos expliquen a qué estamos jugando.

También es cierto que en un panorama en el que la izquierda política, la izquierda “de verdad”, está tan ausente, tan carente de fuerzas, de ideas o capacidad para presentarse como una alternativa a las reformas antisociales, en este panorama, el sindicalismo está ocupando ese lugar, está convirtiéndose en la única voz y fuerza social, con sus limitaciones, con capacidad para oponerse al discurso neoliberal.
Sumemos pues nuestra pequeña voz a esa corriente. Reclamemos también una mejor explicación del proceso negociador actual. Y como siempre, pongámonos en la peor de las situaciones, engrasemos nuestra maquinaria democrática, por si no nos dejan otro camino que oponernos mediante la movilización social.

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