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lunes, 11 de enero de 2010

MIGUEL HERNÁNDEZ: Poeta de la República



RESUMEN en 1 minuto:

Este año se cumple el centenario del nacimiento del poeta Miguel Hernández, que nació en Orihuela (Alicante) en 1910 y murió en 1942. Hace 15 años que descubrí la poesía de este autor y, sinceramente, a pesar de que tengo inquietudes literarias y poéticas, fue el compromiso de este poeta con el pueblo, con los débiles, con la República, con la democracia y contra el fascismo lo que me acercó a él. Y no es que sólo aprecie el arte comprometido socialmente, si fuera así sería un seguidor del realismo soviético, y precisamente no sigo esos dogmas. En este caso su compromiso social es sincero, en las obras de Miguel Hernández se percibe una gran sinceridad y sencillez, su origen humilde, un sufrimiento sincero por las humillaciones y el dolor que padecieron los trabajadores en aquellos años tan duros, y una apasionada apuesta personal por poner su profesionalidad artística del lado de ese pueblo, de donde él salió.
Desgraciadamente podemos comprobar como el poeta Miguel Hernández ha tenido y tiene todavía un espacio muy pequeño en los libros de texto de literatura de nuestros centros educativos. He pensado que sería bueno aportar un pequeño granito de arena en este blog para recordarlo y reivindicarlo como un artista de referencia, un poeta que defendió la democracia, la República, contra el golpe de estado fascista de un grupo de militares, apoyados por la oligarquía empresarial y terrateniente, la Iglesia católica y los grupos sociales más ultraconservadores de este país. Un poeta que recogió en sus versos y en su teatro la dura realidad del pueblo español y que luchó en las trincheras, como un hombre del pueblo más, contra los rebeldes fascistas, y que finalmente perdió su vida a los 32 años en las cárceles franquistas. Reivindicarlo como poeta de referencia de la República democrática en guerra contra el golpe de estado fascista de Franco es una tarea más de recuperación de nuestra memoria histórica.
Podéis encontrar más información sobre el poeta en la web:
http://www.miguelhernandezvirtual.com/xml/


ARTÍCULO COMPLETO:


Para hablar de Miguel Hernández qué mejor que hacer referencia al texto de presentación original de su libro Viento del pueblo editado en 1937 por ediciones Socorro Rojo y que dice así:

Miguel Hernández es hijo de unos humildes pastores de cabras. Desde niño ha trabajado en el cuidado del ganado y en el cultivo de la tierra. Aprendió las primeras letras en una escuela de Orihuela...En un círculo obrero de su ciudad natal encontró libros de nuestros autores clásicos. Un amigo, estudiante, le proporcionó obras de Antonio Machado, de Juan Ramón Jiménez y de otros poetas contemporáneos...Al estallar la guerra, Miguel Hernández se inscribió en el 5º Regimiento. Primeramente trabajó en la construcción de fortificaciones. Después, destinado a Infantería, ha luchado como miliciano en la brigada del “Campesino”...Sus 25 años cargados de experiencia, fecundados con las enseñanzas de la vida pobre, áspera y difícil, han madurado su figura varonil y su alma de pastor, poeta y miliciano. Siente con gran amplitud y profundidad la tragedia de España, el sacrificio del pueblo y la misión de la juventud. Sirve a su pueblo como poeta y como soldado. Su espíritu, encendido en un puro ideal de justicia y libertad, se vierte generosamente en sus composiciones poéticas y en su vida militar. El caudal de sus sentimientos lucha con la forma de expresión justa y adecuada.

Pero es el mismo poeta, en una nota previa a su Teatro en guerra (1937), quien mejor explica el origen y sentido de su poesía comprometida y de propaganda, la cual es fruto de su compromiso con el acontencer histórico y en el que intenta dejar su huella:


El 18 de julio de 1936, frente al movimiento de los militares traidores, entro yo, poeta, y conmigo mi poesía, en el trance más doloroso y trabajoso, pero más glorioso, al mismo tiempo, de mi vida. No había sido hasta ese día un poeta revolucionario en toda la extensión de la palabra y su alma. Había escrito versos y dramas de exaltación del trabajo y condenación del burgués, pero el empujón definitivo que me arrastró a esgrimir mi poesía en forma de arma combativa me lo dieron los traidores con su traición, aquel iluminado 18 de julio. Intuí, sentí venir contra mi vida, como un gran aire, la gran tragedia, la tremenda experiencia poética que se avecinaba en España, y me metí, pueblo adentro, más hondo de lo que estoy metido desde que me parieran, dispuesto a defenderlo firmemente de los provocadores de la invasión...
Con mi poesía y con mi teatro, las dos armas que más me corresponden y que más uso, trato de aclarar la cabeza y el corazón de mi pueblo, sacarlos con bien de los días revueltos, turbios, desordenados, a la luz más serena y humana.

De todas sus obras Viento del pueblo es la más representativa del autor. He seleccionado un par de poemas de este libro y los incluyo a continuación como homenaje a su obra y a su persona.

En el primer poema, Canción del esposo soldado, podemos reconocer a Miguel Hernández como poeta y soldado, dedicándole este poema a su mujer y a su hijo que todavía no ha nacido. Miguel integra aquí el plano colectivo, el de la pareja y el individual, cantando su amor y el de todo soldado que en las trincheras estuviera lejos de su mujer, manteniendo su lucha para que su hijo nazca en libertad.

CANCIÓN DEL ESPOSO SOLDADO


He poblado tu vientre de amor y sementera,
he prolongado el eco de sangre a que respondo
y espero sobre el surco como el arado espera:
he llegado hasta el fondo.

Morena de altas torres, alta luz y ojos altos,
esposa de mi piel, gran trago de mi vida,
tus pechos locos crecen hacia mí dando saltos
de cierva concebida.

Ya me parece que eres un cristal delicado,
temo que te me rompas al más leve tropiezo,
y a reforzar tus venas con mi piel de soldado
fuera como el cerezo.

Espejo de mi carne, sustento de mis alas,
te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.
Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas,
ansiado por el plomo.

Sobre los ataúdes feroces en acecho,
sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa
te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho
hasta en el polvo, esposa.

Cuando junto a los campos de combate te piensa
mi frente que no enfría ni aplaca tu figura,
te acercas hacia mí como una boca inmensa
de hambrienta dentadura.

Escríbeme a la lucha, siénteme en la trinchera:
aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo,
y defiendo tu vientre de pobre que me espera,
y defiendo tu hijo.

Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado,
envuelto en un clamor de victoria y guitarras,
y dejaré a tu puerta mi vida de soldado
sin colmillos ni garras.

Es preciso matar para seguir viviendo.
Un día iré a la sombra de tu pelo lejano,
y dormiré en la sábana de almidón y de estruendo
cosida por tu mano.

Tus piernas implacables al parto van derechas,
y tu implacable boca de labios indomables,
y ante mi soledad de explosiones y brechas
recorres un camino de besos implacables.

Para el hijo será la paz que estoy forjando.
Y al fin en un océano de irremediables huesos
tu corazón y el mío naufragarán, quedando
una mujer y un hombre gastados por los besos.

He seleccionado también el poema Aceituneros por ser uno de los más conocidos y representativos de la obra de Miguel Hernández, evocando su espíritu de compromiso social.

ACEITUNEROS

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?

No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.

Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.

Levántate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién
amamantó los olivos?

Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.

No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.

Árboles que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que sólo el otro comía.

¡Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién,
de quién son estos olivos?

Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.

Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.

Algunos críticos acusan al poeta de cierto simplismo y maniqueismo, porque en su poesía se reflejaba la visión de la sociedad de la época dividida en dos clases antagónicas: el pueblo y sus explotadores. Interesante reduccionismo. Quizás en aquellos momentos de la guerra los acontecimientos hicieran necesario cierto grado de simplismo como la siguiente célebre consigna ejemplificó: primero, ganar la guerra. En otro orden de cosas quizás sí se dejó llevar por los dogmatismos de la Unión Soviética, incluso llegó a criticar a artistas, como Picasso, por su utilización del arte “abstracto” (en el Guernica), siendo él más partidario del llamado “realismo soviético”.
De todas maneras yo me quedo con el Miguel Hernández voluntario colaborador en las misiones pedagógicas de la República, el que utilizó su poesía y combatió codo con codo con aquellos aceituneros, mineros, labradores que pasaban hambre y que trabajaban jornadas de dieciséis horas en las tierras que no eran suyas y que con la defensa de la República se estaban jugando su porvenir y el de sus hijos.
Condenado a muerte en 1940 por su participación en la guerra en favor del bando legal de la República, tras las presiones de varios artistas y amigos, se le conmuta la pena por 30 años de prisión, pasando por las cárceles de Madrid, Palencia y Ocaña. Finalmente morirá en 1942 a los 31 años de edad, por una tuberculosis que complica sus problemas pulmonares, provocada por las pésimas condiciones de salubridad de las cárceles franquistas.

4 comentarios:

José Antonio Trujillo dijo...

Sergio, me alegro que des cabida a la poesía en este blog, y más si se trata de Miguel Hernández. Un saludo. Compañero Trujillo, tan temprano.

Anónimo dijo...

Me gustaría leer el poema que le dedica a los fascistas.

baillo dijo...

me gustaría leer el poema que le dedica a los fascistas.

Clara dijo...

Hola! Estoy haciendo un trabajo para historia del Derecho y analizo la conexión de la Gen. del 27 con la 2ª República y de verdad que el artículo me ha parecido interesante y útil, y no me costaba nada hacértelo saber:) gracias x colaborar en la expansión de nuestra rica cultura!